¡Cómo no llorarte, Simón!
Si bajo el otrora frondoso guayacán del Estrella Roja de Severo ya no estará la figura delgada de pelo blanco maquinando sus versos y silbando cualquier melodía. Antes se despidió el guayacán y La Cruz de la Misión también lloró a su vecino más preciado.
Cómo no llorarte, Simón, si el mimbre vacío frente a Chepa Moya no crujirá sus trenzas en las calurosas tardes de La Tacarigua del Río y no creo que tu Eterna Nery, por nostalgia, se atreva a ocuparlo.
Cómo no llorarte, Simón, cuando tus muchachos se acerquen sin poder recibir tus bendiciones y los sabios consejos ya no estén, aunque como que han surtido su efecto.
Cómo no llorarte, Simón, si el manto y cortina de seda del Palma Real hecha llovizna se transforma ahora en lágrimas por quien hizo de ese Monumento un motivo colectivo de inspiración.
Cómo no llorarte, Simón, si «los zapatos maqueros» perdieron suela y corte en el agradable y alegre trajín de la poesía auténtica y sencilla con notas de alma.
Cómo no llorarte, Simón, si la guitarra ya no sonará igual porque lloran también los bordones y gimen las cuerdas en agonizantes y confusas armonías por un discreto y tenue digitar en un temeroso diapasón
Cómo no llorarte, Simón, si el «tropel de los pájaros cantores» se vuelve un coro de llanto por tu partida y los «peones del Compadre Doroteo» ahora cavarán los surcos para las siembras de tus notas y canciones para cosechar tu canto.
Cómo no llorarte, Simón, si «la nostalgia que invade el corazón» hoy se manifiesta por tu cercana lejanía.
Cómo no llorarte, Simón, si tus «oscuros callejones de la infancia» ahora reflejarán tu luz y tu bendita inspiración «por los giros que dan las situaciones»
Cómo no llorarte, Simón, si el «campesino tacariguero te oirá en cada aguacero cuando vaya por el camino»
Cómo no llorarte, Simón, cuando nadie «quiera cantarles a las lindas estrellas que adornan las sonrisas ni al frescor de la brisa» que, a lo mejor, hasta nos lastima.
Cómo no llorarte, Simón . . .
. . . . Será eterno Simón guerra
pues, nunca muere un poeta